«Todas las historias son también historias de manos, manos que agarran,
que sopesan, que señalan, que unen, que amasan, que enhebran, que
acarician; manos abandonadas en el sueño, manos que cortan, que comen,
que limpian, que tocan música, que rascan, que asen, que pelan, que se
aferran, que aprietan un gatillo, que se cruzan. En cada página del
libro hay un delicado dibujo de manos ejecutando una acción específica.
Te voy a copiar una.
Te estoy escribiendo.
Y me miro las manos, que quieren tocarte, y me parecen obsoletas, porque hace tanto que no te acarician.»
«¿Decir
la verdad? Se tortura a las palabras hasta que ceden y se rinden a sus
polos opuestos; cuando vuelven a sus celdas, Democracia, Libertad y
Progreso son incoherentes. Y hay otras palabras, Imperialismo,
Capitalismo y Esclavitud, que tienen negada la entrada, que son
rechazadas en todos los puestos fronterizos, y cuya documentación,
confiscada, es entregada a ciertos impostores, como Globalización,
Mercado libre y Orden natural.
Solución: el lenguaje nocturno de los pobres. Con éste se pueden contar y defender algunas verdades.»
«Mil hogares. Cada cual con sus secretos repentinos. Te han encerrado donde estás para separarte de estos secretos.»
«Todos
los nombres del mundo se precipitan a la velocidad de la luz para
converger en su punto de origen, o, por el contrario, avanzan a la
velocidad de la luz para desintegrarse en partículas más pequeñas que
los fotones electromagnéticos... No estoy segura de cuál de las dos,
pero no importa. Lo único que importa es que los nombres son diferentes
del resto de las palabras.»
«Deslocalización. No sólo quiere
decir trasladar la producción y los servicios a zonas en donde la mano
de obra es más barata, sino que también se refiere al plan de destruir
el estatus de todos los lugares que antes se consideraban permanentes,
de tal modo que el mundo entero se convierta en un No Lugar y en un
único mercado líquido.
Este No Lugar no tiene nada que ver con el
desierto. Los desiertos tienen unos contornos más definidos que las
montañas. El desierto no perdona. Volando muy, muy bajo sobre Haserof,
retenido el tren de aterrizaje, las puntas de dos aspas de la hélice se
combaron. Sólo al aterrizar en Faz me di cuenta. Todavía estaba
aprendiendo.
Esta cárcel es un No Lugar.»