Decálogo - Para ver, cierra los ojos, Jan Svankmajer (Pepitas de Calabaza)


I. Graba en tu espíritu que la poesía es solo una. Lo contrario a la poesía es la especialización profesional. Antes de comenzar a rodar una película, escribe un poema, pinta un cuadro, haz un collage, escribe un relato, un ensayo, etc. Porque solo alimentando la universalidad de los medios de expresión tendrás la garantía de realizar una buena película.

II. Sé un completo sumiso de tus obsesiones. Tus obsesiones son, con mucho, lo mejor que posees. Son reliquias de la infancia. Y es de las profundidades de la infancia de donde proceden los mayores tesoros. Es preciso dejar siempre la puerta abierta a lo que viene de fuera. No se trata de recuerdos sino de sentimientos. No se trata de lo consciente, sino de lo inconsciente. Deja que este río subterráneo corra por ti libremente. Concéntrate en él y relájate al máximo. Cuando ruedes una película debes sumergirte en lo interior veinticuatro horas al día. En semejante estado, todas tus obsesiones, toda tu infancia se instalarán en la película sin que seas consciente de ello. De esta manera la película será un triunfo de lo que proviene de la infancia. Ese es el objetivo.

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IV. Toma el sueño por realidad y la realidad por sueño, constantemente. No hay pasadizos lógicos. Entre el sueño y la realidad solamente hay un ínfimo movimiento físico: el de cerrar o abrir los ojos. En el sueño despierto, ni siquiera existe ese movimiento.

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VII. La imaginación es subersiva porque proclama lo posible sobre lo real. He aquí el porqué de que hagas uso de la imaginación más desenfrenada. La imaginación es el don más grande que posee la humanidad. La imaginación es lo que ha hecho que el hombre sea más humano, no el trabajo. Imaginación, imaginación, imaginación...

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IX. Cultiva la creación como una forma de autoterapia. Esta actitud antiestética es la que efectivamente acerca la creación a la libertad. Si la creación tiene un sentido, ese es únicamente el de liberarnos. Ninguna película, cuadro o poema, puede liberar al espectador si no procura un estado semejante al del autor. Todo lo demás no es más que una cuestión de subjetividad general. Piensa en la creación como en una liberación permanente
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