Rosas de tallos largos en manos sucias y la sonrisa de un hombre al otro
lado de la mesa. Necesidad de palabras. Necesidad de ser necesitada y
el participio que lo demuele todo como el pasado si lo dejo pero no me
dejo. Concreto en las venas, territorio celeste, camarones que no me dan
piquiña. Un adiós, otro adiós, nado en los adioses, no tengo ganas de
pinchos y habiendo corazón he de aceptar que estoy hecha de líquidos.
Arroyo en las bocas, reverdecen fincas que anuncié baldías. Soy
aragüaneyes floreados en cantos de carretera, huelo a ciruelas en la
espalda, hago un pozo, me zambullo, apenas me quito la blusa, apenas
recojo las mechas: cola de caballo, cola de mujer, carpelo. Mi ánimus,
el ánima, subeybaja y no doy consejos, repaso la lección, don’t give
advice, repaso la lección, azar. Intimidad del desahuciado, qué llueva,
qué llueva, me dejo cubrir: aguardiente, aguamiel, aguaclara, agüita
agüita para calmar la fe. Do, re, mi, fa, fe y tiro piedras, parto
ventanas, escupo pero no escapo porque hoy en el festín la carne es de
otro y qué rico el chuzo cuando ajeno.