» Siempre el sol que ilumina, el agua que corre, la luna que aparece y
desaparece, los pájaros que cantan, las mujeres que aman, las flores que
se abren y después se marchitan, los hombres que se engañan, las
campanas que tocan de alba al atardecer, las naves que zarpan y vuelven a
puerto, los días que suceden a las noches y todo esto para siempre,
para toda vuestra vida, desde vuestros primeros gemidos a los últimos.
También viajando por el mundo, conociendo nuevos hombres y buscando
sensaciones que nunca se han tenido, se acaba descubriendo con
frecuencia la constancia universal de las cosas, la tediosa uniformidad
de los actos, mal enmascarados por distintos nombres, la fundamental
unidad de nuestra pequeña vida de animales efímeros. Todos los días son
iguales al que les sucede; todos los años traen las mismas estaciones y
las mismas vicisitudes del sol y del viento, del calor y de la
tempestad. Las vidas de los hombres se pueden narrar con pocas palabras,
siempre las mismas: nació, sufrió, amó, esperó, murió.
» Así hablan los hombres que ya no son niños y que no se dejan
emborrachar por los juegos peligrosos de la vida. Pero éstos no han
comprendido todavía la gran miseria. Creen haber llegado al fondo de la
copa de las amarguras y, en cambio, apenas si se han acercado al borde y
se han retirado con el deseo de suprimir la vida, el mundo y ellos
mismos.
» Pero ¿quién les enseñará el camino del fin, si no han comprendido el
sentido del mundo y la profunda razón de la monotonía del mundo?
» El mundo es monótono, el mundo es siempre un espejo de sí mismo, el
mundo se repite. Todo eso es verdad, y todo esto tiene su razón de ser .
El mundo se debe repetir, y el mundo se repite, y la culpa es de los
hombres, de los hombres, que son mudos, que no saben responder.
» Aprended por tanto de una vez –discípulos de hoy– que el mundo sólo es
un mensaje, un largo y complicado mensaje, inabarcable, oscuro,
secular, que espera una respuesta. Hay alguien que quiere decir algo a
los hombres pero no habla la lengua de los hombres. Habla mediante
símbolos, por medio de las cosas, de los hechos, de los acontecimientos.
El universo es su mensaje, es su palabra hecha carne, hecha tierra,
hecha planta, hecha sol; es su mensaje misterioso que, desde hace
siglos, desciende desde el cielo hasta la tierra sin que ninguno de
vosotros lo escuche ni comprenda. Y por eso –y no por otra razón– el
mensaje se repite y transmite las mismas cosas a todas las vidas, las
mismas cosas, idénticas y eternas. El mundo es monótono porque es un
mensaje que se repite y transmite las mismas cosas a todas las vidas,
las mismas cosas, idénticas y eternas. El mundo es monótono porque es un
mensaje que se repite, y se repite porque ninguno de vosotros sabe
responder, porque todos vosotros sois mudos.
» Vosotros miráis el mundo, lo copiáis, lo describís, lo usáis para
cubrir las necesidades de la vida, pero nunca pensáis en escucharlo. A
ninguno de vosotros se le pasa por la cabeza que el mundo os está
hablando, que os está diciendo algo, que espera de vosotros una
respuesta. Vosotros concebís el mundo como un almacén o una finca, como
una casa de tristeza o de alegría, pero nunca habéis pensado que quizás
el mundo es una voz, una voz que repite insistentemente las mismas
preguntas, una voz dirigida a vuestros oídos, a vuestra alma; una voz
desesperada, cansada, que invoca e implora vuestra respuesta. ¿Por qué
creéis que los ruiseñores se desfogan siempre con los mismos gorjeos,
que las ranas nos acompañan siempre con su ritmo angustioso, el viendo
con el mismo respiro sonoro, y el agua con la misma voz fresca? ¿Con qué
fin creéis que las golondrinas dibujan en el aire círculos y
jeroglíficos con sus innumerables vuelos? ¿Con qué fin sobrevuela el sol
todos los días lentamente nuestras cabezas dibujando el mismo camino?
¿Con qué fin las estrellas brillan todas las noches en el cielo formando
esas constelaciones, esos símbolos siderales que repiten la misma frase
desde tiempos inmemoriales? ¿Con qué objetivo creéis que los árboles
florecen todas las primaveras y tratan de comunicaros las mismas
verdades divinas con sus flores de color inmutable?
» Todo lo que aparece, todo lo que vuelve a resurgir forma parte del
mismo mensaje. Los retornos de las cosas son repeticiones de palabras y
frases idénticas. El que os habla es paciente. No se siente humillado
por vuestro silencio. Repite hasta el infinito sus preguntas –es decir,
el universo– y no deja de esperar a que un día le respondáis. Cuando le
hayáis respondido, el mundo actual se detendrá de repente y con él
vuestra vida. Entonces comenzará un nuevo mensaje, una nueva tierra, un
nuevo cielo serán creados por la palabra, y el diálogo maravilloso entre
Dios y el hombre continuará sin descanso. Ahora os toca a vosotros
hablar. Desde hace miles y miles de años la voz habla y vosotros
permanecéis mudos. Desde este día esforzaos por comprender el mundo como
una serie de palabras. Agudizad el oído, concentrad la mente, acercaos
al oscuro lenguaje. Cuando dejéis de ser mudos vuestra gran miseria será
sólo un recuerdo y habrá pasado una nueva página del universo. Os he
transmitido el miedo, construid vosotros la esperanza.
Sólo recuerdo esto del discurso de Ariel. ¿Pero quién podría repetir sus
palabras de una en una, enérgicas y temibles, tal como salieron de su
boca? Ninguno de nosotros tuvo el valor de mirarlo ni de hablarle cuando
se hizo el silencio. Y nos encontramos en la calle pensativos, como en
un ensueño, como si fuéramos seres que volvieran de un nacimiento
divino. Por la calle un hombre me abordó y me preguntó temblando qué
había dicho el maestro.
Yo lo miré sin verlo y seguí caminando sin pronunciar palabra.