- El momento en el que puede que una gran desgracia sirva para cambiar
el mundo, y sin necesidad de hacer cosas extraordinarias empezmos a
hacer las mismas un poco mejor, a valorar más el minuto que pasa
demasiado deprisa, arrebatándonos lo más valioso de todo: la
consciencia. Y comprendemos al fin que las importantes son las pequeñas
cosas, vividas de otro modo. Y entonces trata uno de que el minuto
presente, este mismo minuto, sea mejor para nosotros y para aquel que
tenemos al lado, sin temor ni siquiera de que pueda ser verdaderamente
el último. Al contrario, con la alegría de saberlo único, irrepetible.
- Ni siquiera admitiendo que mienten dirian la verdad.
- El hombre no es el ser racional que puede pensar, como decía
Descartes, ni siquiera aquel que puede sentir, como quería Unamuno, sino
el único que ha nacido para ser desdichado, sin duda porque piensa, sin
duda porque siente.
- La noche es el reino increado de nadie, el del silencio y el de los sueños.
- Las palabras se pierden como los reinos de ultramar, o se nos mueren,
como los amigos, o desaparecen un día por las buenas, como aquellas
inocentes criaturas que se llevaba consigo el samantecas o el hombre del
saco.
- Siempre he creído que lo que nos sucede a diario, viene preñado de oscuro simbolismo.
- Su vida está en sus ojos y lo importante es que con ellos ve lo mismo
que nosotros, porque los ojos no son ojos porque los ves, sino, como
decía Machado, son ojos porque te ven.
- Un escritor escribe de lo que tiene delante o por dentro, que viene a ser lo mismo.
- Uno trabaja no sólo para el silencio, sino que necesita del silencio para poder trabajar.
- Donde nieva en la realidad es en la infancia, de la misma manera que
cuando llueve en una ciudad, y es Verlaine quien habla, llueve en el
corazón.
- Le fascinan a uno las palabras, no como si fueran raros y hermosos
coleópteros, traspasados por un alfiler, sino como verdaderas y vivas
mariposas que al abrir el libro, y en el aleo de las páginas, salieran
volando y fuesen a posarse sobre las cosas, sobre la mesa, en nuestra
mano, en el hombro, en la superficie dormida del agua. Son también las
palabras un poco como un perfume que huele de distinto modo según quien
lo lleva, y pueden incluso significar lo contrario de lo que parece.
- No todos podemos expresarnos tampoco como querríamos ni puede ser
expresado todo, pero la única huella del pensamiento y del sentimiento
son las palabras, la única sombra de cuanto nos hace diferentes del
resto de los seres creados y del resto de nuestros semejantes.
- Sólo en las novelas, y no en todas, tiene algún sentido la palabra fin.
- Cada cual se consuela en esta vida como puede, pero es propio de las personas inteligente consolarse sin engañarse.