«Los tiranos más crueles, nuestros peores enemigos, están dentro de
nosotros y, si contados son los hombres libres por fuera, no hay hombre
que pueda considerarse verdaderamente libre en su interior.»
«Por «hombre burgués» se entiende aquí el hombre que no es nada más
que hombre, es decir, esa rarísima especie de hombres de la que, hasta
donde nosotros sabemos, Nivasio Dolcemare es el representante más
acreditado; él que no es lo opuesto de la maleta que ha pasado por
infinidad de hoteles; él que no lleva encima etiquetas de ninguna clase;
él que no es ingeniero, que no es algo funcionario, que no es conde,
comunista, reaccionario, sifilítico, académico, vegetariano,
capitalista, anglófilo, deportista, noctámbulo, homosexual; y que
tampoco es contrario a la homosexualidad, ni cultivador de los
madrugones, ni antideportista, ni anglófogo, ni anticapitalista, ni
carnívoro, ni del todo inmune a las enfermedades hereditarias. Y si en
esta relación de atributos específicos no hemos incluido que Nivasio
Dolcemare no es ni católico ni anticatólico, ni monárquico ni
antimonárquico, se debe a que los católicos y los monárquicos son dos
especies que desaparecidas de nuestro planeta hace cientos de miles de
años, y de las cuales sólo unos cuantos ejemplares desmirriadísimos
sobreviven todavía en una altiplanicie inaccesible de la región de la
Amazonía, en compañía de algunos pterodáctilos y de los últimos
dinosaurios.»
«(…) el cuerpo reclinado contra la pared como un objeto olvidado (…)»
«- No haga caso, señora -explicó el doctor-. Como muchos de los que hablan latín, ésta tampoco sabe lo que dice.»
«El hombre piensa mal porque piensa circularmente. No para de volver a
los mismos pensamientos, y toma por pensamientos nuevos la otra cara
de los pensamientos ya pensados. Es el pensamiento clásico. El
pensamiento cerrado. El pensamiento conservador. El pensamiento que en
el centro de sí mismo encuentra a Dios.»