De vez en cuando, calla. Pero sus silencios están llenos de no sé de qué, quizá de otros fragmentos de su vida, en los cuales se recrea. Yo también callo, y mi respiración queda suspendida con la suya. Espero que recuerde que estamos aquí, y que prosiga el relato que ya había empezado. Y lo hace, con gran naturalidad: «El parecía un verdadero caballero...». Unos inicios de preguntas, unas palabras sugeridas la ayudan a recordar.
(...)
– Yo no sé de adivinanzas, pero tengo una pregunta. ¿Qué es mejor, tener polvo en los muebles o en el alma?
– ¿De dónde has sacado esa pregunta?
– La madre de Saint-Jean cree que un poco de polvo en un mueble disgusta a Dios.
– ¿Y bien?
– A mí me parece que un poco de polvo en el alma es una ofensa mucho mayor.