Por ejemplo la palabra mariposa. Para usar esta palabra no hace falta
aligerar la voz, ni dotarla de pequeñas alas empolvadas, ni inventar un
día soleado o un campo de narcisos, ni estar enamorado, ni estar
enamorado de las mariposas. La palabra mariposa no es una mariposa de
verdad. Está la palabra y está la mariposa. La gente tendrá todo el
derecho a reirse de tí si confundes estos dos conceptos. No le des tanta
importancia a la palabra. ¿Qué quieres transmitir, que amas a las
mariposas con más perfección que nadie o que entiendes realmente su
naturaleza? La palabra mariposa no es más que un dato. No te da pie a
revolotear, elevarte, proteger las flores, simbolizar la belleza y la
fragilidad o interpretar de alguna forma a una mariposa. No representes
las palabras. No representes nunca las palabras. No intentes nunca
despegar del suelo cuando hables de volar, ni gires la cabeza y cierres
los ojos cuando hables de la muerte. No me mires con ojos ardientes
cuando hables del amor. Si quieres impresionarme al hablar del amor,
métete la mano en el bolsillo o debajo del vestido y acaríciate. Si tu
ambición y tu hambre de aplausos te ha llevao a hablar del amor, debes
aprender a hacerlo sin desacreditarte a ti mismo ni lo que dices.
[...]
Se trata de un paisaje interior. Está dentro y es privado. Respeta la
intimidad de tus textos pues fueron escritos en silencio. La valentía
de la interpretación es decirlos, La disciplina de la interpretación es
no violarlos. Deja que el público sienta tu amor por la intimidad aunque
ésta no exista. Sé una buena puta. El poema no es un eslogan. No puede
promocionarte. No puede fomentar tu reputación de sensible. No eres un
semental. No eres un ladrón de corazones. Tanto gánster del amor y tanta
tontería. Eres un estudiante de disciplina. No representes las
palabras. Las palabras mueren cuando las representas, se marchitan, y no
nos queda más que tu ambición.
Di las palabras con la precisión exacta con que comprobarías la ropa
de tu colada. No te conmuevas con una blusa de encaje. Unas braguitas no
tienen por qué ponértela dura . No tiembles al ver una toalla. Las
sábanas no han de dibujar una expresión de ensueño alrededor de tus
ojos. No hace falta que llores en el pañuelo. Los calcetines no están
ahí para evocarte extraños y lejanos viajes. No es más que tu colada. No
es más que tu ropa. No seas un mirón escudriñando a través de ella.
Limítate a llevarla puesta.
El poema es mera información. Es la Constitución de la patria
interna. Si lo declamas y lo hinchas con nobles intenciones, no eres
mejor que esos políticos que tanto desprecias. No haces más que agitar
una bandera y llamar patéticamente a la patriotería emocional. Piensa en
las palabras como ciencia, no como arte. Son un informe . Es como si
dieras una conferencia en la Federación de Montañismo. Las personas que
te escuchan conocen todos los riesgos de la escalada, y te honran dando
por sentado que lo sabes. Si se los pasas por la cara, estás insultando
la hospitalidad que te ofrecen. Infórmales de la altitud de la montaña,
describe el equipo que utilizaste, especifica el tipo de superficie y
fija el tiempo que duró la escalada. No busques dejar al público
boquiabierto. Si el público se queda boquiabierto, no será debido a tu
apreciación de los hechos, sino a la suya. Tu mérito estará en la
estadística y no en las inflexiones de tu voz ni en los ademanes
enérgicos de tus manos. Estará en los datos y en la tranquila
organización de tu presencia.