La sentencia de muerte, Maurice Blanchot (Pre-Textos)

Si he escrito novelas, las novelas surgieron cuando las palabras empezaban a retroceder ante la verdad. Yo no le tengo miedo a la verdad. No temo confesar un secreto. Sin embargo las palabras, hasta ahora, han sido más débiles y más cautas de lo que me hubiera gustado. Esta cautela, lo sé, es una advertencia. Sería más noble dejar a la verdad en paz. Le sería extraordinariamente útil a la verdad, el permanecer oculta.

(...)

Aquel viaje en metro me dejó un recuerdo muy triste. Triste que nada tenía que ver con mi poca memoria. Era más bien la sensación de que algo inmensamente triste estaba a punto de suceder allí, en aquel vagón, con toda aquella gente del mediodia.

(...)

Un pensamiento perseverante está completamente al abrigo de sus condiciones. Lo que, a veces, me ha impresionado de este pensamiento es una especie de dureza, la distancia infinita entre su respeto por mí y mi respeto por ella; pero dureza no es la palabra adecuada: la dureza venía de mí, de mi persona.

(...)

Entré y cerré la puerta. Me senté sobre la cama. La oscuridad más impenetrable ante mí. Pero yo no estaba sumido en ella, sino en la orilla, y, lo reconozco, es horrorosa. Horrorosa porque contiene algo que el hombre desprecia y que no puede soportar sin perderse. Aunque perderse es necesario; y aquel que resiste sucumbe, y aquel que huye, se convierte en la oscuridad misma, algo frío, muerto y despreciable en cuyo seno mora el infinito. Aquella oscuridad seguía a mi lado, probablemente por el miedo que sentía: no era un miedo corriente, no me paralizaba, no se ocupaba de mí, sino que erraba por la habitación como si fuera algo humano. Hace falta mucha paciencia para que, desde las profundidades más horribles, el pensamiento surja poco a poco, nos reconozca y nos contemple. Aunque también yo temía aquella mirada. Una mirada es algo muy diferente de lo que se piensa, no contiene ni luminosidad ni expresión ni fuerza ni movimiento, es silenciosa, pero, en el colmo de la extravagancia, su silencio surca los mundos y quien lo oye se transforma.